Chonis y Macarras y Viceversa

Antes de criticar este programa televisivo tengo que reconocer que me considero telespectador esporádico por dos motivos; el primero es por reírme de cómo ciertas personas hacen el ridículo delante de toda España, el segundo es porque cada vez que lo visualizo me sorprendo por las actitudes, poca autoestima e ignorancia que muestran la mayoría de los “concursantes”.

No me sorprende nada que este programa se emita por la cadena “Telebasura” (Telecinco) medio televisivo español que se caracteriza por (en su mayoría) emitir programas bazofias los cuales no aportan nada y embrutecen a la sociedad y a la audiencia que los sigue día a día.

Para las personas que no han tenido la suerte de verlo les explico un poco como se divide y de que trata “Mujeres y Hombres y viceversa” (nombre real del espacio televisivo).

El motivo de este programa es que los llamados “tronistas” (dos hombres y dos mujeres en días distintos que se sitúan en una silla especial llamada trono) encuentren el amor con alguno de sus “pretendientes” (chicas y chicos que se hacen presente mediante un casting para ir a conquistar a los tronistas).

Estos “tronistas” son “aconsejados” por los “asesores del amor” que se encuentran a los lados de los tronistas.

A la izquierda de los tronistas, se encuentra Miriam Sánchez ex actriz porno y ex cocainómana (cabe recalcar la valentía y fuerza de este personaje televisivo español para salir sola de las drogas y seguir adelante con su vida) y a la derecha se sitúa el señor Pipi Estrada ex periodista deportivo y ahora periodista mediocre del corazón, ambos son pareja y sus “sabios” consejos conforme van ocurriendo los acontecimientos del programa, “ayudan” a los tronistas en sus fracasadas y torpes decisiones.

En el público se encuentran los colaboradores y la conductora del programa, que al parecer, el equipo de producción una vez de armar la estructura del programa olvidó su espacio donde dirigiría el programa y no les quedo otra que sentarla en mitad de la escalera.

Insultos, gritos, faltas de respeto, mentiras conforman el ambiente que rodea el programa ya que en cualquier momento se producen enfrentamientos entre tronistas, colaboradores, pretendientes etc.

La gente que podemos apreciar son personas que buscan su minuto de fama, individuos que van por dinero y que no tienen ningún problema en ventilar su vida privada, su entorno social y hasta familiar con el hecho de salir en televisión y hacer el mayor ridículo de sus vidas.

Vemos día a día tronistas y pretendientes (que en su gran mayoría) no saben conjugar el verbo “haber” e inventan nuevas palabras como “haiga”, personas que les gusta la redundancia como sube arriba y baja, abajo, una tronista que no sabe que a las personas de nombre Jose se les dice “pepe” y hace el ridículo ante el público que se burla de ella, personajes que visten como los típicos macarras chungos y chonis de discoteca, chicos que su vida es gimnasio, discoteca y ligar, chicas que de lo único que se preocupan es en cuidar su físico.

¿Es acaso normal que en un horario de 12:30 pm a 2:30 pm seamos testigos de ver a hombres en jacuzzi o piscina sobándose libidinosamente con su tronista o pretendienta? ¿Que la tronista se levante de su trono y de sensuales besos en la boca a todos sus pretendientes? ¿O que un tronista humille a una pretendienta por tener los dientes torcidos? Es eso normal? Me pregunto.

O lo anormal es que no se pueda conocer gente en un entorno social sin necesidad de hacer el ridículo y ser humillados por otras personas. Pero la fama, el dinero, el conseguir que discotecas te llamen para hacer los llamados “bolos” (publicidad de discotecas) tomarse fotos con chicos y que te reconozcan por la calle parece ser los motivos suficientes para estos personajes para ser criticados y hacerse conocidos a costa de una fama barata.

Este programa con la cantidad de publicidad que maneja genera unos ingresos sorprendentes, gracias al gran número de seguidores que tiene el espacio televisivo y a pesar de eso el equipo de producción no es capaz de contratar azafatas de público para sus cinco días de grabación, basta ver la clase de gente que se encuentra sentada de público para saber los seguidores acérrimos que tienen detrás de las pantallas día a día.

Cada quien es libre de elegir que ver en la pantalla chica, y de qué hacer en su tiempo libre, lamentablemente este tipo de programas son los que llegan a mover masas.

Esperemos que las productoras sean conscientes y nos deleiten con programas televisivos en los cuales podamos aprender y crecer más como personas sin poner en juego la intimidad de otros que son fáciles de manejar por su escaso nivel intelectual.